Monstruos y estrategias
Hay quienes no les gusta la literatura gótica / de horror / terror / etc. Ese no es mi caso, por supuesto. Insisto en que esta es la literatura que, si se escribe bien, puede ser uno de los mejores recursos para describir la vida y las personas, criticar las injusticias y sociedades, causar impacto.
Recuerdo que desde pequeña devoraba este tipo de historias. En mi anaquel mostraba con orgullo mi colección de Goosebums, Ghosts of Fear Street, libros de vampiros, fantasmas, monstruos que no tenían precedentes. Al inicio de la adolescencia me apasioné por las historias de Anne Rice; el primer año de universidad tomé un curso en literatura gótica. Entonces, comencé a entender mejor cómo estos tipos de literatura también pueden responder a problemas sociales y personales o representar marcos históricos. Joe Hill, por ejemplo, uno de mis autores predilectos, es uno de esos que no deja de lado la crítica social. Hoy por hoy, es una de mis influencias en literatura contemporánea.
Algunos saben que cuento con un bagaje extenso de textos informativos dirigidos a un público universitario, un gran contraste con el tipo de escritura que quiero llevar ahora. Solo espero que lean mis historias con una mente abierta...
Que las acepten con los brazos abiertos.
Una compañera me preguntó hace poco cuál es mi proceso al escribir. Miento si digo que sigo alguna estructura validada por teóricos o consejos de esos que aparecen en las muchas listas de la red Internet. En realidad, muy pocas veces sigo alguna norma cuando escribo, y digo "pocas veces" porque hubo varios blogs que escribí de acuerdo al pie forzado que me exigían mis empleadores: "Hoy habla sobre acreditaciones y menciona esto, mañana sobre internados en China, la semana que viene sobre Lady Gaga"... No hago bosquejos, tampoco sé qué va a pasar de antemano. A veces escribo sin ni siquiera saber de qué escribo. Quizás eso esté mal para muchos, pero no puedo cambiarme. Los personajes me guían, casi siempre hasta se construyen solos, poco a poco, y yo me sorprendo con las cosas que pasan, como si leyera mi propia historia por primera vez. Creo que esa es la mejor manera de describirlo. Cuando una palabra, una idea, me llega a la cabeza, solo tomo un papel o la computadora y empiezo a escribir según me llegan pensamientos. No paro hasta que en la mente escucho una voz que me dice: "Para. Aquí termina".
Escribí 1,300 el mismo día que me enteré de que había un concurso de cuentos de horror. Desayunaba con una tía y le dije que quería escribir un cuento que tocara algún aspecto social del Puerto Rico actual. Le expliqué que eso de escribir una historia solo por asustar o por ser morbosa como que no iba conmigo. Ella solo dijo tres palabras: "Escribe sobre economía". Eso fue suficiente... Le di las gracias, me atraganté la comida y me fui a un sector apartado de la casa.
A lo mejor con los años cambie la estrategia, pero por ahora, funciona. Y eso me basta.
